La explicación de los tres amores que tenemos en la vida.

En la vida tenemos tres grandes amores
En la vida tenemos tres grandes amores

El primero es, dicho sea de paso, el primer amor. Aquel que suele llegar más pronto que tarde, aquel en el que se vuelcan cantidades ingentes de sentimientos por identificar, nerviosismos, puede que algún sentimiento de hacer algo prohibido o peligroso, es un amor que suele ser sentimental en su mayor parte, y a pesar de que no suele ser el definitivo, deja marcado de por vida. A pesar de que esa persona llegue a desaparecer o acabe siendo todo lo contrario de lo que parecía. El sentimiento suele perdurar aunque acabe transformándose más en una especie de cariño. Es el amor joven, el idealista. En esta etapa creemos que todas las relaciones son perfectas y eternas, es como los cuentos. Este es el tipo de amor en donde lo más importante es cómo te ven los demás y no cómo te sientes en realidad. 

El segundo, es nuestra némesis. Es esa persona que puede, o no, ser completamente distinta a nosotros. Esa persona que consigue habernos hecho cambiar nuestra forma de ver el mundo, un amor más pasional, más espontáneo y que en la gran mayoría de las ocasiones suele acabar peor de lo que empieza. Sin embargo, con el paso del tiempo, y aunque otra persona esté acompañándote en esa ocasión, sueles recordarla porque era la persona que hacía vibrar tu mundo como nadie más ha podido. El segundo es el amor difícil, ese que nos enseña lecciones sobre quiénes somos y cómo nos gusta ser amados. Cuando el idealismo se rompe a causa de la relidad, comienza la etapa más dolorosa. Después del sufrimiento quedamos indefensos, y el amor termina por convertirse en una necesidad. Este amor puede ser cíclico, y regresando sin importar qué. En él existen altos niveles de drama y es por eso que nos hacemos adictos a esa relación, es una montaña rusa constante de altas y bajas emocionales.

El tercero es el amor de nuestra vida. Es un amor más racional, pero no por ello sin dosis de pasión o espontaneidad. Es aquel amor que suele durar más que ninguno de los otros, pero también el más difícil de encontrar. Cuando el amor casi nos mata y queremos volver a creer en él, optamos por estar solos antes que mal acompañados y comenzamos a ser autónomos. En ese momento llega alguien inesperado, distinto a los demás, ya no hay idealismo o necesidad, no esperamos nada ni tampoco lo exigimos, tampoco hay presión en ser quién no eres, porque sabes que te ama de manera incondicional. Este es el cariño que nos divierte y agrada de manera natural, es el que llegar y se da con una facilidad casi imposible y te muestra que el amor no es algo que está en nuestro pensamiento, sino en nuestras sensaciones.