Ni un solo miembro terminó contrayendo el virus. Justamente, gracias a las precauciones de seguridad adicionales y las medidas de ventilación que ella implementó.

Un entrenador de gimnasio con covid-19 expuso a 50 personas, pero nadie se contagió
Un entrenador de gimnasio con covid-19 expuso a 50 personas, pero nadie se contagió | Fuente: Difusión

La dueña de un gimnasio en Virginia, Estados Unidos, pensó que vivía una pesadilla cuando se enteró de que 50 deportistas resultaron potencialmente expuestos a partículas de Covid-19 por parte de uno de los entrenadores. Sin embargo, ni un solo miembro terminó contrayendo el virus, gracias a las precauciones de seguridad adicionales y las medidas de ventilación que ella implementó.

Velvet Minnick, de 44 años, es la propietaria y entrenadora en jefe de 460 Fitness en Blacksburg, Virginia. Como muchos dueños de gimnasios en todo el país, se vio obligada a cerrar las instalaciones en marzo debido al covid-19. Alquilaron equipos y dieron clases por Zoom, pero no pasó mucho tiempo antes de que los miembros se agotaran.

Cuando el estado comenzó la segunda fase de reapertura en junio, a Minnick se le permitió que atletas regresaran a sus instalaciones. Sin embargo, conocía a una persona que podía ayudarla a recuperar a sus miembros, mientras los mantenía a salvo.

MEDIDAS QUE SALVARON A DEPORTISTAS

Linsey Marr, de 46 años, es profesora de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech y se incorporó a 460 Fitness hace unos dos años. Tiene experiencia en la transmisión aérea de virus, calidad del aire y nanotecnología. Minnick consultó a Marr sobre ventilación. También acerca de estrictos protocolos de higiene y distanciamiento para mantener a los deportistas lo más seguros posible mientras hacían ejercicio. “Sabía que el virus se transmitía principalmente a través del aire. Así que pensé que era realmente importante tener una buena ventilación para que no todos pudieran respirar el mismo aire”, explicó Marr en una entrevista a CNN.

Minnick creó estaciones para atletas cerca de las puertas de la bahía, con 3 metros de distancia cada una. Las estaciones están marcadas en el piso con cinta naranja y tienen todo el equipo necesario ubicado en su interior. No hay que moverse por el gimnasio ni hacer entrenamientos en pareja mientras se comparte el equipo. “Tres metros de espacio siempre ha sido mi mantra”, señaló Marr. Esa distancia es superior a los 2 metros recomendados porque la gente en el gimnasio está haciendo ejercicio y respirando con dificultad.

Como Minnick construyó la instalación, tenía los documentos de ingeniería y de ventilación para compartírselos a Marr. “Hice los cálculos sobre cuán grande era el espacio, cuáles eran las velocidades típicas del viento en el área y si las puertas estuvieran abiertas, ¿cuál sería la ventilación resultante?”, explicó.

Descubrió que el espacio proporcionaba mucho más aire fresco que el requerido por la Sociedad Estadounidense de Ingenieros de Calefacción, Refrigeración y Aire Acondicionado. Se trata de una organización profesional que brinda recomendaciones de la ventilación. Revisando otras investigaciones y estudios, Marr habló con expertos sobre qué tasa de ventilación es necesaria para realmente reducir el riesgo de transmisión en interiores. “No vemos brotes por encima de cierto umbral, y el gimnasio con las puertas abiertas estaba muy por encima de eso”, enfatizó.

Marr indicó que ahora pueden cerrar las puertas un poco más de lo que pensaron inicialmente y aun así cumplir con ese estándar de ventilación. Lo hacen utilizando un monitor de dióxido de carbono para rastrear los niveles en el interior. “El dióxido de carbono se exhala y es un buen indicador de la cantidad de virus que se pueden estar acumulando en el aire», señaló la entrenadora.

Dependiendo del clima y el nivel de comodidad de los atletas en el gimnasio, pueden abrir las puertas un poco más o un poco menos. Y los deportistas siempre tienen la opción de trasladar su equipo al exterior.

En septiembre, cuando Minnick se enteró de que uno de sus entrenadores no se sentía bien, al principio no se preocupó. Aunque pensó que solo eran alergias, el entrenador pronto perdió el sentido del olfato y el gusto, dijo Minnick. Por esta razón, se hizo la prueba de coronavirus. Ella le pidió que se pusiera en cuarentena hasta que recibiera los resultados.

Cuando resultó positivo, primero determinaron que contrajo covid-19 fuera del gimnasio en otro ambiente donde estaba en interiores. Luego, Minnick ejecutó una prueba en el sistema para saber a quiénes había entrenado antes de estar enfermo.

Minnick se comunicó personalmente con los 50 atletas y les hizo seguimiento durante un período de dos semanas. Algunas personas decidieron hacerse la prueba, pero ningún miembro desarrolló síntomas. “Me comuniqué con todos mis miembros un lunes. Y luego, con los encargados del rastreo de contactos del departamento de salud. Ni siquiera me notificaron de la exposición directa hasta el miércoles. Con algo como esto, es muy importante saberlo de inmediato” dijo.

Incluso después de una posible exposición y con la caída de las temperaturas a medida que se acerca el invierno, el gimnasio sigue siendo diligente con sus procedimientos. Además, los atletas continúan adaptándose.

No hay abrazos sudorosos después del entrenamiento ni manos chocando. A menudo, la clase tiene una conversación sobre si las puertas permanecen abiertas o cerradas. Si quieren que estén cerradas para mantenerse calientes, todos los usuarios deben usar una mascarilla. “Los miembros están dispuestos a hacer un esfuerzo adicional, a tener frío, a estar mojados, a aguantar, solo para estar seguros», dijo Minnick. «Harán lo que sea necesario para obtener los beneficios del ejercicio”, concluyó.