Up”, película de Pixar, es una cinta llena de magia, pero sobretodo llena de humanidad. En este cuento irreal, se anudan sentimientos muy reales y valiosos: el cariño en los detalles, el amor de cada día, la ternura en lo concreto; y nostalgia, bondad, alegría; y compartir las tristezas y los gozos, que es compartir la vida entera; y la amistad de un anciano con un niño, y redescubrir en esta amistad la ilusión perdida.
 
Con todo, lo mejor de ella está en los primeros quince minutos. Tiene un arranque espléndido, en el que un niño de apenas diez años -el aventurero y soñador Carl- descubre un buen día a la mujer de su vida: Ellie, una niña aún más soñadora y aventurera que él, que le muestra su pequeño album de aventuras ("My Adventure Book") y le habla de un lugar maravilloso e ignoto... A ese lugar -“Las cataratas del Paraíso”, en plena selva venezolana- sueña con ir algún día, y él promete sobre su corazón que algún día la llevará allí...

Y de repente, llega una auténtica joya en miniatura: la comprimida historia de amor (sin diálogos, en tan solo 4 minutos) entre el protagonista y esa compañera de viaje que, en apariencia, se fue de este mundo sin ver cumplido su sueño. Es, sin duda, un momento excepcional (que el espectador infantil no comprenderá tan bien como el adulto), porque esa historia de Carl y Ellie es una historia sencilla, como tantas otras, pero llena de amor en sus pequeños detalles.

La vemos transcurrir en silencio, contada con ilusión y ternura, desde el comienzo en una boda alegre -que cambia el rumbo de sus sueños infantiles- hasta el triste final de una separación... que sólo en apariencia es definitiva.

Es una auténtica lección de amor en el matrimonio, y por eso creo que puede utilizarse con fines didácticos: para un modesto cine-fórum que sólo necesita 4 minutos para hacernos pensar, y conmovernos.