5 cosas que cambian cuando fallece uno de tus padres
La vida sigue y las heridas sanan, pero casi siempre se siente como si todo hubiese pasado ayer.
No hay nada que pueda prepararnos para perder a uno de nuestros padres, y aunque es algo que sabemos que pasará en algún punto de nuestra vida, nunca esperamos que pase mientras somos niños o adolescentes.
Con el paso de los años comenzamos a aceptar y convivir con nuestra nueva realidad. Puede que incluso aprendamos cosas y que saquemos lecciones positivas en el sentido de que nos hacen crecer como personas. Sin embargo, si hay algo que todos los que hemos perdido a alguno de nuestros padres sabemos, es que después de algunos años nos damos cuenta de lo inevitable: el deseo de tenerlos con nosotros nunca nos deja.
1. Valoras más a los que aún están contigo. Cuando pasas por una experiencia como esta comienzas a valorar más a las personas que aún tienes en tu vida. Un día mi padre estaba conmigo y dos horas después ya no estaba. Casi parecía una broma, un sueño del que iba a despertar, pero la verdad es que ya estaba despierta. Cuando aprendes que la vida da y quita de forma casi azarosa, comienzas a valorar mucho más a todos los que tienes a tu alrededor.
2. Vives con el temor de que vuelva a ocurrir. Parte de pasar por un trauma como este, es sentir que el abandono y la pérdida volverán a ocurrir una y otra vez. Para esto, lo mejor que puedes hacer es ir a terapia. Es cierto que la vida es impredecible, pero vivir con este miedo no vale la pena, especialmente porque cuando no lo tratas, puede durar años.
3. Te preguntas constantemente qué dirían o qué pensarían. Sales del colegio, entras a la universidad. Sales de la universidad, comienzas a salir con alguien de forma seria. Puede que te hayas casado, que hayas conseguido una beca increíble, que hayas conseguido el trabajo de tus sueños o que tengas unos hijos adorables. Ellos no verán nada de esto. Esto es lo que más nos duele: saber que si volviéramos a encontrarnos con ellos, no podrían reconocernos, porque hay tantas cosas que han pasado desde la última vez que los vimos. Más que todo, te encantaría que pudieran ver la persona en la que te has convertido.
4. A pesar del paso de los años, siempre descubrirás heridas aún sin sanar. Esta es una marca que llevamos con nosotros para siempre. Podemos sanarnos, pero debido a que es un evento traumático, siempre encontraremos nuevos lugares en nuestro interior que requerirán trabajo y sanación. Es algo que nunca acaba y tiene mucho que ver con el hecho de que cada vez que evolucionas y te conviertes en una nueva persona dejas parte de ellos y de su recuerdo atrás.
5. No quieres olvidar nada de esta persona. Cada vez que te acuerdas de algo de esta persona lo escribes. Es como un pequeño tesoro. Guardas sus fotos de forma sagrada, porque es lo único que te queda para recordarlos tal y como eran en ese momento. No quieres olvidar nada de ellos porque de esta forma pueden seguir siendo parte de ti.