La verdad sobre bloggers e influencers en el 2017
La bloguera peruana Adriana Seminario de The Androgyny nos explica cuál es el rol de los bloggers e influencers en el 2017.
Las fichas en el mundo de los blogs comenzaban a cambiar, nuevas plataformas se abrían (Instagram estaba comenzando a tener una pegada fuerte), y muchas personas estaban emocionadas con la idea de rentabilizar un proyecto digital y lanzarse como independientes en esta aventura de estilo. Pero mucho ha pasado en dos años.
Lo primero: Ya no hablamos de bloggers, hablamos de influencers. ¿Y quién puede ser un influencer? ¿Cualquiera? En teoría, sí. En la práctica, también. Pero para las personas que deseen rentabilizar su influencia, el nivel de juego está cada vez más y más alto. Este artículo de Vogue, What is an Influencer?, uno de los más leídos de la semana, nos da un panorama bastante claro del asunto. ¿La conclusión? La integridad es lo más importante para un influencer. ¿Cómo así? Pasemos a explicar.
Los influencers son gente real. Gente real con gustos propios y una voz honesta. Y para los que forman una empresa de esto, ser influencer es un trabajo a tiempo completo. Es tener un equipo trabajando contigo en conjunto, crear contenido de calidad, coordinar reuniones a diario, y (quizá lo más importante), elegir cuáles proyectos aceptar y cuáles no. Este no es un tema de “más es más”. De ahí sale la crítica constante a “esta blogger es una vendida” o “solo se pone lo que le dan sus marcas auspiciadoras”.
La integridad de una blogger es apreciada, y al final se resume a una cosa: Te lo pones porque te gusta. Te gusta la identidad, lo que la marca expresa, su ADN. Sino, no te lo pongas. Se va a notar. Porque es imposible que ninguno de los miles de seguidores que tienes no lo noten.
¿Pero realmente somos así? ¿Al 100%? La mayoría de bloggers peruanas nos inspiramos en referentes americanos o europeos. Me incluyo, obviamente. Y es que el nivel de contenido de Chriselle Lim, Negin Mirsalehi, Camille Charriere o Aimee Song es de una calidad estupenda. Pero es un trabajo que puede ser percibido fácilmente como superficial, vacío, narcisista. Como egocéntrico y vanidoso. Y no los culpo. Al menos para mí es un balance, entre la imagen que quiero mostrar (porque esto es un trabajo y tengo reportes que enviar) y lo que realmente soy. Es un balance que no existe en la publicidad tradicional (compra compra COMPRA) y que por eso mismo resuena tan bien con el público. Es real.
La gente no habla ahora de likes. Habla de engagement (cuán comprometida está tu audiencia con tu contenido). Porque no se trata de tener miles y miles de seguidores, sino los seguidores correctos. Los que te leen, te siguen, interactúan con tu contenido y van pendientes de ti. Una de las razones por las cuales varias marcas (según el artículo de Vogue) prefieren influencers a modelos de Victoria Secret con miles de likes, es porque no les interesa el público de pervertidos que bucean en las fotos de las chicas más guapas del mundo. Al final puedes poner toda la pauta que quieras, pero nada cala en el público como un buen contenido.
No tiene sentido negar lo atractivo de los influencers para las marcas. En Lima tenemos una capacidad impresionante de amar algo un segundo y odiarlo al siguiente. De amar el tema de blogs y querer salir en uno a toda costa y luego decir “blogger” con un tufillo de de desprecio o descartar su trabajo con argumentos como “no me gusta su tono de voz” o “siempre se pone lo mismo”. Si bien es cierto hay blogs y blogs (las quejas más constantes son los errores ortográficos), hay proyectos que realmente tienen un potencial enorme. El panorama es el siguiente: a nivel mundial los formatos tradicionales de publicidad están de salida, y las alianzas con gente real es lo que más atención capta y mejores resultados tiene con las marcas. En un mundo con photoshop hasta el hartazgo, lo real tiene cada vez más valor.
Si les gustó este post, o tienen dudas, cuéntenmelas en la sección de comentarios. Se viene un video en mi canal de Youtube donde contaré la segunda parte de esta historia.
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