Por qué terminar con el "amor de tu vida" no te deja de doler
Hay una razón científica por la que el dolor de terminar con el que creíste el "amor de tu vida" no te deja de doler.
Vas a recordarlo, sentirás que aún está contigo, por momentos no recordarás que han terminado y querrás mandarle un mensaje.
En materia médica, este dolor se refiere a la capacidad de tener sensaciones en una parte del cuerpo que fue amputada. Quienes son impedidos de alguna extremidad son capaces de sentir entumecimiento, pinchazos, hormigueo, comezón, calor o frío. Aunque no es la regla, la mayoría de las sensaciones son dolorosas o, cuanto menos, desagradables.
Aún no es completamente unánime la respuesta científica a este efecto. Sin embargo, la hipótesis más aceptada es que se debe a una readaptación del cerebro; debido a que éste tiene un área para cada parte del cuerpo, cuando falta, él mismo crea una sensación parecida a la que antes sentía. Es decir, nuestro cerebro es el último en enterarse que el miembro en cuestión ya no está y por eso crea sensaciones “coherentes” a las que sentía cuando la extremidad existía.
Es por eso que este fenómeno es común, el 80% de las personas amputadas lo desarrolla. Sin embargo, con el paso del tiempo este tipo de sensaciones va desapareciendo. No de un día para otro, claro, sino gradualmente; muchos pacientes necesitan terapia psicológica y física.
Cuando terminamos una relación con alguien que amamos mucho, sucede algo similar: nos sentimos amputados, rotos, incompletos. Esta no es una metáfora, la ciencia asegura que el cerebro manda señales continuas al cuerpo que hacen recordar a la persona que una vez representó toda la felicidad en nuestra vida.
"Desde el punto de vista neurológico, quedarse solo durante un tiempo no ayuda a superar el fin de una relación […] Cuanto mayor sea la información que se grabó hacia ese afecto, en cantidad o calidad, más grabado va a estar en la amígdala y más reacciones va a seguir enviando. Estos recuerdos pueden aparecer como imágenes pero también como olores, sensaciones auditivas y como procesos de pensamiento", dijo Ignacio Brusco, director del Centro de Neurología de la Conducta y Neuropsiquiatría de la UBA, para el diario el Clarín.
Así como extirparnos una extremidad, así nuestro cerebro debe acostumbrarse a la ausencia emocional. Debe aprender que esa persona ya no está, que no volverá a estar y a hacer algo al respecto. Eso tarda y lleva un proceso de “rehabilitación” que no se hace de manera abrupta o violenta, sino con paciencia y cuidado.
Fuente: Cultura Colectiva