6 cosas que una mujer que perdió a su padre jamás dirá
Esto es lo que vive una mujer que perdió a su padre.
Al inicio no parece distinta al resto, pero si te fijas bien, hay siempre algo diferente en una mujer que perdió a su padre.
Siempre vas a recordar el día que lo perdiste. No importa si han pasado unos meses o 17 años, es imposible olvidar "el día", ese en el que perdiste una parte de ti. Es como si de alguna manera día tras día tu cerebro repasara cada detalle de ese momento porque lo puedes recordar con mucha claridad. Puedes recordar incluso lo que sentiste cuando te dieron la noticia, es imposible borrar de tu mente y alma la sensación. Incluso los días previos al aniversario de esta fecha sientes como si regresaras en el tiempo. Aunque lo intentas seguido, no puedes olvidarlo y menos aún quieres hacerlo porque hubo un antes y un después luego de esto.
Siempre lo recuerdas. Todo el tiempo y en cada paso que das, te preguntas constantemente "¿qué me hubiera dicho hoy?" o "¿qué hubiera hecho él en mi lugar?", es una sensación hermosa porque sientes que alguien te acompaña todo el tiempo y que de alguna manera de cuida. Pero es inevitable que a veces este sentimiento se transforme en ira y frustración porque no está, porque por más que lo recuerdes sabes que no vas a volver a escuchar un consejo de él.
Tienes un Sountrack especial. Tienes una lista en Spotify o en algún otro lugar con todas las canciones que te hacen acordar a él y que de alguna manera te alegran el día cuando sientes que no puedes más. Es como tu cable a tierra, escuchar su música favorita (que además se convirtió en la tuya), las canciones que escuchaban juntos, los grupos que no paraban de sonar en tu infancia porque él los ponía en casa, te ayudan a transportarte a un lugar especial y mejoran tu día en todo aspecto.
Vas a verlo sola. Te gusta ir a verlo al cementerio, es algo que haces por lo menos una vez al mes, pero lo haces sola porque es tu forma de reconectarte con él, con tu pasado y con lo que fuiste cuando él estaba. Necesitas ir a visitarlo en solitario porque es tu forma de desahogarte. Hablas, gritas, lloras, reclamas y pides. Es tu lugar para escapar de todo, usas este tiempo con él para reconectarte de alguna manera contigo misma también, por eso lo haces sola.
Siempre te vas a reír y buscar el lado divertido a todo. Necesitas encontrar diversión en todo lo que haces, incluso en los momentos de más tensión por los que pasas, no porque no seas una persona seria, solo que ya conoces demasiado bien la oscuridad y la tristeza. Vas hacer todo lo posible para encontrar el lado luminoso de todo. Vives al límite en casi todo lo que haces porque sabes que la vida es una y cada momento es único.
Necesitas hablar de él. Hablas de él todo el tiempo que puedes porque necesitas mantenerlo vivo y esa es tu manera de recordarlo, a veces porque sientes que con el paso del tiempo olvidas ciertas cosas y otras porque simplemente necesitas traerlo de alguna manera a tu vida. No puedes evitar contar todo tipo de anéctodas y aspectos de él que admirabas, es inevitable. Incluso tus amigos (los que no lo conocieron) ya sienten como si estuviera presente porque les hablaste tanto de él, que es como si lo conocieran también.
Por: Claudia Sovero