No importa el lugar en el que se encuentren o los años que hayan tenido que esperar. Ustedes saben que todo vale la pena y que si tuvieran que volver a realizar todo el proceso para volver a tener a ese niño o niña en sus brazos lo harían sin dudar. Caminan por la ciudad como si fueran sólo una mujer más pero la verdad es otra: dentro de ustedes hay una fuerza infinita, una determinación increíble para conseguir lo que se propongan.
Las cosas no siempre fueron sencillas: no tenían nada más que un deseo, una decisión y las ganas de dar lo mejor de ustedes. Son el tipo de mujer que se dan todo lo que tienen, el tipo de mujer que hace que las cosas sucedan y no espera sentada que las cosas aparezcan ante su puerta. Así fue como construyeron su familia después de todo, paso a paso.
Quizás rezaron para que todo saliera bien, quizás tuvieron que convencer a muchas personas de que era lo indicado. Quizás lo hicieron solas, simplemente porque era el momento y era lo que siempre habían querido. Quizás alguien les dijo que no era lo correcto, que no estaba bien o que no valía la pena. Nada importa una vez que sientes su pequeño manito en la tuya y la forma en la que te mira atentamente.
Independiente del camino que hayas tenido que recorrer, déjame decirte que te conozco muy bien, que te he visto, que veo como nunca te rindes, como nunca dejas ir eso que amas. ¿Así es como somos o no? Tenaces, dispuestas a darlo el todo por el todo. Te he visto también mirar los pequeños ojos de ese bebé que tienes en tus brazos. Puedo ver en tu rostro la forma en la que por un segundo dudas, te preguntas si realmente es cierto, si de verdad puedes tener tanta suerte, si acaso es cierto que finalmente lo has logrado.
Luego pasan las primeras noches, los primeros días, las primeras ocasiones en las que ese pequeño o esa pequeña duerme en casa con sus brazos rodeándote y su comida favorita sobre la mesa, con su corazón latiendo tibiamente junto al tuyo. Comprendo esa felicidad, ese sentimiento que parece ser infinito y que te toma por sorpresa. Pero no todo fue así de sencillo, así de hermoso. Antes pasaron los meses y los años, los jueces y las entrevistas, los nervios y la felicidad. Cuando finalmente te dicen que es tuyo, que sí, te has convertido en madre, dejas ir toda la tensión que no sabías que habías acumulado en tus hombros durante meses.
Quiero que sepas que te he visto mirar a tus hijos a los ojos, y que sé muy bien lo que ves en ellos: en ellos no te ves a ti misma sino que ves la confirmación de todo el amor que sientes. No hay nada más poderoso e importante que eso. En su mirada logras ver el amor increíble, hermoso e imparable que sientes por esta personita que ahora crece a tu lado todos los días y sabes, que después de tanto luchar, no necesitas nada más que eso.